Los aztecas incorporaron luces y sombras en sus edificios de varias formas. Una de las formas más notables fue mediante el uso de trabajos de tallado y relieve en las paredes de sus templos, lo que permitió que la luz natural se filtrara y creara intrincados patrones de sombras en las superficies interiores. También solían usar tragaluces y aberturas en lo alto de las paredes para dejar entrar la luz y minimizar la luz solar directa, lo que ayudaba a mantener frescos los interiores. Además, usaron espejos y superficies reflectantes para redirigir la luz y crear efectos visuales, como en sus jardines acuáticos donde la luz se reflejaba para crear hermosos patrones en la superficie del agua. En general, los aztecas eran muy hábiles en el uso de luces y sombras como elementos de diseño esenciales en sus edificios.
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