La arquitectura barroca utilizó el color de una manera muy lujosa y opulenta. Se caracterizó por una interacción rica y compleja de colores, que se utilizaron para crear patrones, texturas y diseños intrincados. Los edificios barrocos a menudo estaban decorados con colores vivos y pan de oro, y presentaban esquemas de colores llamativos y contrastantes, con fuertes contrastes entre la luz y la oscuridad. Los amarillos brillantes, los azules profundos, los morados y los rojos eran opciones populares, al igual que los rosas, los verdes y el naranja. El color también se utilizó para resaltar adornos como cornisas, balaustradas y frontones, y para crear profundidad y perspectiva en las intrincadas fachadas de los edificios barrocos. En general, el uso del color en la arquitectura barroca fue una parte esencial de su diseño general y ayudó a crear algunos de los edificios más llamativos y visualmente impresionantes de la época.
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