La arquitectura y la seguridad tienen una relación de interdependencia. El diseño y la construcción de un edificio impactan directamente en sus características de seguridad. Por ejemplo, el diseño de un edificio y la ubicación de las salidas y los sistemas de emergencia pueden afectar el tiempo de evacuación y la respuesta de emergencia. Los materiales de construcción, los elementos estructurales y las técnicas de ingeniería también pueden afectar la capacidad de un edificio para resistir desastres naturales, incendios y otros peligros.
Además, los principios y prácticas de la buena arquitectura promueven la seguridad al optimizar el uso del espacio disponible para reducir los riesgos que plantean elementos como la mala iluminación, la mala ventilación o la accesibilidad insuficiente. En esencia, los edificios que están bien diseñados y construidos teniendo en cuenta las características de seguridad son menos propensos a accidentes u otros incidentes peligrosos.
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