Los castillos españoles del siglo XIII se construyeron con piedra y argamasa, con gruesos muros y robustas fortificaciones. Por lo general, tenían una torre o torre central, rodeada por muros exteriores y torres conectadas por pasarelas. La construcción de estos castillos involucró a albañiles y carpinteros expertos que utilizaron técnicas avanzadas para construir las estructuras. Los castillos a menudo se diseñaron para resistir el ataque de las máquinas de asedio y la infantería, y se construyeron para proporcionar excelentes puntos de vista para que los defensores dispararan contra los atacantes. La importancia estratégica de estos castillos los convirtió en una parte importante de la guerra en la España medieval.
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