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En los objetivos de sostenibilidad, el uso de la proporción varía según el objetivo específico y sus indicadores relacionados. Por ejemplo, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas, algunos objetivos tienen metas o indicadores específicos que requieren cierta proporción. Por ejemplo, el ODS 2 tiene como objetivo acabar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición, y promover la agricultura sostenible. Uno de sus objetivos es duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los pequeños productores de alimentos para 2030, lo que requiere una cierta proporción de crecimiento en la productividad y los ingresos. De manera similar, el ODS 7 tiene como objetivo garantizar el acceso a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para todos, e incluye una meta para aumentar la participación de las energías renovables en la combinación energética mundial.
En otros objetivos de sostenibilidad, el uso de la proporción puede no ser tan explícito, pero aun así desempeña un papel en el logro del objetivo general. Por ejemplo, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para combatir el cambio climático puede requerir que una cierta proporción de energía provenga de fuentes renovables, o que una cierta proporción de edificios cumpla con los estándares de eficiencia energética.
En general, el uso de la proporción en los objetivos de sostenibilidad depende del objetivo específico, sus indicadores relacionados y el contexto en el que se implementa.
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