Los atrios eran características importantes en la arquitectura neoclásica, ya que actuaban como un espacio de transición entre las áreas públicas y privadas de un edificio. Sirvieron como un área de bienvenida para los visitantes, un lugar para reunirse y socializar, y también proporcionaron luz y ventilación natural a los espacios interiores. Además, el atrio a menudo se decoraba con elementos ornamentales, como columnas, esculturas y fuentes, que mostraban la riqueza y el estatus de los ocupantes del edificio. El estilo neoclásico buscaba evocar la grandeza y elegancia de la arquitectura clásica de la antigua Grecia y Roma, y el atrio fue uno de los elementos adoptados para lograr esta estética.
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