La arquitectura hostil es controvertida porque a menudo se ve como un diseño excluyente que se dirige a ciertos grupos de personas, como personas sin hogar o jóvenes. Las duras características de diseño de la arquitectura hostil pueden ser incómodas o incluso dolorosas de usar, y esto puede verse como una violación de los derechos humanos. Además, el uso de arquitectura hostil puede verse como un síntoma de problemas sociales más amplios, como programas de bienestar social inadecuados o políticas que criminalizan la falta de vivienda. Los críticos argumentan que la arquitectura hostil no aborda las causas fundamentales de los problemas sociales y, en cambio, sirve para marginar aún más a los grupos vulnerables.
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